Y es que el término “mujer fatal”
no es nuevo. Ya en La Biblia aparece la que quizá fue la precursora de este
“movimiento”: Dalila, que fue capaz de desvelar el secreto de la fuerza de
Sansón…, sin olvidarnos de Eva, que indujo a Adán a morder la manzana
prohibida…
Viajando en el tiempo y avanzando
hasta finales del siglo XIX y primeros de los años del XX, vemos que la mujer
fatal aparece muy frecuentemente en las obras de Gustav Klimt (echad un vistazo
a su cuadro “Mujer pelirroja con ojos verdes”), Oscar Wilde, o Münch.
Según la RAE, el término “mujer
fatal” hace referencia a una mujer seductora que ejerce sobre los hombres una
atracción irresistible… y peligrosa. Seguro que todos conocéis alguna a vuestro
alrededor…
Hacía mediados del siglo XIX, a
muchos hombres les asustaba poder ver a la mujer fuera de su papel de madre y diligente
esposa. También existía cierta desconfianza por su potencial competencia en
labores que, hasta entonces, habían sido cosa de hombres. Por esta ansiedad y
este miedo aparecieron deseos de venganza, que tuvieron como consecuencia la
creación de un prototipo de mujer perverso… y fatal. Una mujer poderosa, segura
de sí misma, con una belleza inquietante, misteriosa y a veces un tanto
andrógina.
Sin embargo, en este primer post,
me gustaría centrarme en la femme fatale vista en la pantalla grande.
¿Quién no recuerda a aquéllas
“vamps” del cine mudo, que utilizaban su belleza y sexualidad para llamar la
atención de los hombres? En este punto
aparece en escena la mítica Theda Bara (1885-1955) quien se convertiría en la
primera estrella “prefabricada” por unos estudios cinematográficos. Tal fue el
misterio que se quiso dar a esta actriz, que se hizo correr el rumor de que
había nacido en 1890, hija de una concubina egipcia y su amante, un artista
francés. La realidad es que Theodosia Burr Goodman nació en 1885 en barrio de
inmigrantes en un suburbio de Cincinnati (Ohio).
Durante más de cuarenta
películas, Theda se convirtió en esa mujer sofisticada, inalcanzable. Admirada
y deseada por muchos, fue igualmente odiada por muchas mujeres que consideraban
que era un pésimo ejemplo para la sociedad de la época.
En este punto de nuestro
recorrido es obligatorio hacer una parada en una película considerada por
muchos como una obra maestra. Me refiero a “El Ángel Azul”, un título
imprescindible del expresionismo alemán, y que fue dirigida en 1930 por Josef
Von Sternberg. Además de ser el primer largometraje rodado en alemán, se trata
de la primera película sonora de Europa y, por supuesto, el trampolín que
permitió que la femme fatale por excelencia alcanzara fama internacional. Por supuesto,
me refiero a la siempre enigmática Marlene Dietrich. En este filme Marlene
encarna el papel de Lola Lola, una cantante de cabaret que, haciendo gala de
una sensualidad escandalosa para el época, hace que un recatado y prestigioso
profesor (magistral Emil Jannigns como Immanuel Rath) sienta verdadera obsesión
por ella, produciéndose su descenso a la locura y echando a perder su – hasta
entonces – impecable carrera.
Y hasta aquí este primer post… Seguiré hablando de las femmes fatales. Será
en siete días.
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