Dirigida por Sidney Hayers, estamos ante una producción británica que nos presenta a un profesor de psicología (Norman Taylor) que un día descubre que su mujer (Tansy) realiza rituales y tiene la casa llena de amuletos, con el fin de protegerle de la magia negra. Taylor, que no cree en ningún tipo de superstición, obliga a Tansy a deshacerse de todos los amuletos, pero a partir de ese momento, su vida comienza a complicarse.
El guion es obra de Charles Beaumont, Richard Matheson y George Baxt, sobre una novela de Fritz Leiber Jr. y la banda sonora, que no para de sonar acertadamente durante todo el metraje, está compuesta por William Alwyn.
Peter Wyngarde interpreta a Norman Taylor. Algunos le recordarán por su participación en Flash Gordon (1980). Janet Blair interpreta a Tansy, la esposa de Norman. Entre su filmografía destaca, sin duda, Érase una vez (1944), en la que comparte reparto con el mismísimo Cary Grant.
En España la película se llamó Arde, bruja, arde, lo que al espectador puede hacer pensar en los años de la inquisición, lamentablemente célebres por la costumbre de hacer barbacoas con todo aquel mínimamente sospechoso de practicar brujería. Por suerte, o por desgracia, la película no tiene nada que ver con esto. A mí, viéndola, me ha venido a la mente la serie de televisión Embrujada, que protagonizaba Elizabeth Montgomery, por aquello de la bruja ama de casa, pero no por el tono de comedia que tenía la serie, desde luego.
La película, con tan solo 90 minutos de duración, va de menos a más. Con buenas interpretaciones, y con un también buen ritmo, la historia de Norman y Tansy poco a poco se va haciendo más interesante, pasando progresivamente de la intriga al terror, y con una excelente parte final. Muy destacable cómo se juega con la paranoia, hasta hacernos dudar de si todo lo que está ocurriendo realmente tiene que ver con las fuerzas oscuras, o si todo es fruto de casualidades.
- Puntuación Filmaffinity: 6,5
- Puntuación IMDB: 6,9
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