En 1976 se estrenó la secuela Futureworld (Mundo Futuro en España). Muy inferior a la primera, y que pasó sin pena ni gloria.
En 2016 llegaba a televisión la adaptación de Westworld a la pequeña pantalla en forma de serie. Creada por Jonathan Nolan y Lisa Joy, y producida por HBO, la serie comienza en el parque temático del Oeste Americano poblado por androides (aquí llamados anfitriones) y que están destinados a satisfacer las fantasías más salvajes de los visitantes humanos. Entre su amplio reparto destacan Evan Rachel Wood como Dolores Abernathy (la anfitriona más antigua), Thandie Newton como Maeve Millay, y Jeffrey Wright como Bernard Lowe. Mención especial también a la presencia de los veteranos Ed Harris y Anthony Hopkins.
Una vez ubicados, paso a comentar mi opinión sobre las tres primeras temporadas de Westworld.
No puedo comenzar sin antes mencionar la banda sonora de Ramin Djawadi, con una de las mejores intros para una serie en los últimos tiempos, en mi opinión.
Dicho esto, con Westworld me ocurre algo bastante curioso, que me ha llevado a tardar bastante tiempo en terminar de ver las tres temporadas. Creo que es una buena serie, con un nivel de producción altísimo, y con un muy buen reparto. La fotografía es espectacular, y los efectos especiales lucen también muy bien.
La parte negativa, en mi caso, es la trama. Cuesta mucho seguirle el hilo a la historia, especialmente en las dos primeras temporadas. Los saltos en el tiempo son continuos, con los mismos personajes en diferentes momentos temporales, y muchas veces se deja una de las tramas en suspenso durante varios episodios, lo que dificulta la comprensión de lo que nos están contando. Otras veces, directamente no se da explicación alguna a ciertas cuestiones de la historia. Normalmente esto sería suficiente para mí para dejar de ver la serie, y de hecho, tras la primera temporada, estuve mucho tiempo sin retomarla. Sin embargo, hay algo que me hace volver a ella, y creo que tiene mucho que ver con el alto nivel de producción que comentaba antes. Westworld es una gozada visual, y a pesar de los problemas que pueda tener con su desarrollo, sus imágenes me dejan embobado.
Por suerte, la tercera temporada es mucho más lineal, y facilita seguir la historia. Sigue siendo enrevesada, pero al no haber esos continuos saltos en el tiempo (y si los hay, no se abusa de ellos), es mucho más sencillo enterarse de lo que está ocurriendo.
El 26 de junio se estrena la cuarta temporada, y ahí estaré yo, una vez más, y con cierto resquemor, para disfrutar de este espectáculo visual que es esta serie de ciencia ficción.
Westworld está disponible en HBO Max.
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