El reparto está formado por Riley Keough, Jaeden Martell, Lia McHugh, Alicia Silverstone, Richard Armitage, Danny Keough, Katelyn Wells y Lola Reid.
La película nos cuenta la historia de una mujer que se va a convertir en la madrastra de los dos hijos de su prometido, y que se queda encerrada en una cabaña, aislada en el bosque, sola con los dos niños. Durante su infancia sufrió un adoctrinamiento religioso que provoca que poco a poco empiece a adoptar una actitud terrorífica.
Cuando comienzas a ver esta película no sabes muy bien qué es a lo que te vas a enfrentar: ¿Fantasmas, psicópatas, no va a pasar nada...? Lo más preocupante es que según van avanzando los minutos, la tercera opción parece que va a ser la ganadora. Por suerte no es así, aunque tienes que esperar casi una hora de metraje para que comiencen a sucederse los acontecimientos. Para mí este es el principal problema de la película, que de 108 minutos, en prácticamente 60 no pase absolutamente nada destacable. Sin embargo, a partir de esa hora de película, la acción comienza a desarrollarse y poco a poco nos vamos adentrando en una pesadilla que por momentos me ha recordado a El Resplandor (supongo que tanta nieve también ha tenido algo que ver). La trama se convierte en una locura, ofreciendo un giro tras otro, dejando al espectador completamente descolocado, sin saber muy bien qué es lo que realmente está sucediendo.
La película al final trata temas como el fanatismo religioso, el lado oscuro de la maternidad o la fragilidad emocional cuando hay un trauma que realmente no se ha superado. Más que una película de terror, es una película angustiosa, logrando en el espectador una auténtica sensación de desazón. Una cinta realmente perturbadora.
Yo recomendaría su visionado si se es capaz de superar esa primera hora de metraje. A partir de ahí es un no parar que merece la pena ser disfrutado.
Disponible en Netflix en el momento de escribir estas líneas.
Puntuación Filmaffinity: 5,9
Puntuación IMDB: 6,1
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