La verdad es que cuando comencé a verla pensé que iba a ser bastante insufrible y que no iba a conseguir pasar de la primera media hora, pero nada más lejos de la realidad. Oxígeno es un gran thriller, con un grado de tensión que se mantiene durante los 100 minutos que dura la película.
Como decía antes, la acción transcurre en una cápsula criogénica en la que una mujer despierta, sin poder escapar y viendo como el oxígeno se va agotando poco a poco. La mayor parte del tiempo solamente vamos a presenciar los diálogos entre la protagonista y el ordenador que controla la cápsula. Constantemente pasan cosas que logran mantenerte en tensión, y cuanto más avanza la trama, más interesante se va poniendo. No se desinfla, como le ocurre a muchas otras películas, sino que al contrario, va ganando interés.
Mención especial merece Mélanie Laurent por su excelente interpretación. Todo el peso de la película, como no podía ser de otra forma, recae en ella. Logra transmitir perfectamente el esfuerzo físico y mental que el personaje tiene que ejercer dentro del pequeño cubículo. La sensación de claustrofobia es total desde el principio hasta el final de la película.
Oxígeno ha sido dirigida por Alexandre Aja, al que he descubierto con este trabajo. El guion es obra de Christie LeBlanc, la banda sonora está compuesta por Robin Coudert, y la fotografía corre a cargo de Maxime Alexandre.
Disponible en Netflix.
Una vez superada la prueba de fuego, ya no tengo excusa para no ver Buried, que, por fin, caerá cualquier noche de estas.
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